EFEYL es un vasto mundo, repleto de numerosos reinos, tribus, razas y poderes milenarios. Las historias de nuestras partidas se desarrollan en una zona al norte de un amplio y antiguo Imperio ahora en decadencia.
Durante miles de años los reinos de EFEYL no conocieron la paz; guerras entre hermanos, cultos prohibidos, plagas innombrables, bestias salvajes…
Nadie sabe exactamente cómo comenzó, de dónde surgió o cual fue su primer acto, pero hace 8 siglos, Zerika llegó y brindó paz y prosperidad entre reinos; las guerras terminaron, los cultos prohibidos fueron eliminados, y plagas y bestias fueron silenciadas.
Durante 8 siglos el Imperio de Zerika gobernó sobre todos los reinos conocidos gracias al orden y seguridad que las legiones imperiales, la suprema orden imperial de caballería, el gremio imperial de magia y las adivinas de la tarocca trajeron a todos los reinos. Los enfrentamientos militares eran controlados gracias a la rápida y precisa intervención de las legiones imperiales, la diplomacia entre pueblos fluía ininterrumpida en manos de la suprema orden de caballería, ningún corrupto hechicero escapaba a la atenta vigilancia del gremio imperial de magia y cualquier infortunio era infaliblemente previsto en la torre de la Tarocca, todo coordinado de forma impecable por el correo imperial.
O eso nos quisieron hacer creer… Represión, desapariciones, ejecuciones en masa, genocidios orquestados con siglos de anticipación… Nadie estaba a salvo de la atenta mirada del Orbe imperial sobre el que Zerika gobernaba, toda libertad aplastada bajo los brazos imperiales que controlaban la guerra, magia, diplomacia, nuestro futuro, nuestras palabras…
Nos acostumbramos a su presencia, a sus costumbres, sus fiestas, sus métodos, sus leyes… Todos tardamos en reaccionar cuando el Imperio entró en silencio hace unos años, fue gradual, los caballeros de la orden imperial no se presentaron a mediar entre reyes, la legión imperial no salía de las Marcas del Norte a aplacar a los rebeldes, los estandartes en sus castillos cambiaron, los emisarios enviados a la capital imperial no volvieron… Y las guerras estallaron, las enfermedades volvieron. Algunos no quisieron dar por desaparecido el Imperio de Zerika, otros aún creen que volverá a traer el orden que tanto añoran, pero la tempestad se ha desatado, y esconderse tras altos muros no les salvará; las alianzas caerán, la sangre teñirá de rojo los campos, y solo los más atrevidos se alzarán victoriosos cuando el polvo de la batalla se asiente.